lunes, 3 de agosto de 2015

Juventud, divino tesoro

A Juventas, diosa de la mitología grecorromana, Zeus la nombró diosa de la juventud por su gracia y belleza, y le dio el cargo de servir el néctar en la mesa de los dioses. Luego se desposó con Hércules, los dos simbolizan juventud y fuerza, que son características humanas que frecuentemente se enlazan.
En este mes se celebra el Día Internacional de la Juventud. Más que un único movimiento juvenil en el Ecuador, podemos decir que existen numerosas y activas subculturas juveniles. La juventud es, por excelencia, la edad de la socialización, de ahí la importancia que para la sociedad adquieren estas culturas.
Estos grupos constituyen subculturas en la medida en que construyen sus identidades enfrentadas a las culturas parentales y hegemónicas dominantes. La generación constituye un nexo muy fuerte que ata a las personas en grupos que viven experiencias comunes, y por ello tienen identidades compartidas. Estas culturas, por su rebeldía e indocilidad, confrontan, pero también se reconstruyen, se apropian, se transforman.
Desde el Gobierno, recientemente, se tomó la decisión de impulsar actividades en los colegios, como campamentos, servicios sociales, clubes y grupos juveniles con las y los jóvenes de 12 a 18 años. Mientras que en la Dirección de la Juventud del MIES se haría un trabajo más bien con estos grupos y culturas juveniles, es decir con jóvenes de 18 a 29 años.
Se vienen implementando espacios de socialización, expresión y capacitación con los jóvenes que, seguramente con esta decisión, van a potenciarse. Las políticas públicas para los jóvenes son fundamentales, no puede prescindirse de este grupo. Sin embargo, también es importante la flexibilidad, el respeto de su autonomía y evitar un manejo burocrático.
Observamos ahora mismo, con atención, cómo los jóvenes están desplegando un activismo relacionado con la defensa de la ecología. Por fortuna son una generación muy sensible al cuidado del medio ambiente. La voz de los jóvenes cada vez va a ser más audible en virtud de que la población ecuatoriana es eminentemente joven, como lo demostró el censo de 2010.
La juventud no es una edad, sino una estética de la vida cotidiana, nos dice Beatriz Sarlo. En nuestro país debe asegurarse la posibilidad de un presente y un futuro para la juventud. Pero también su voz tiene que ser escuchada, pues su participación no puede esperar a que se hagan con el poder.

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