lunes, 3 de agosto de 2015

IAEN: ¿un proyecto devastado?

Hemos podido enterarnos por los medios de comunicación, en días anteriores, la disputa que ha surgido en relación a la gestión del IAEN. Es extraño que las refriegas institucionales escalen a la luz pública. Esto ha ocurrido porque la situación, al parecer, se ha vuelto insostenible. Conozco de cerca la situación porque en mi caso, luego de haber obtenido un título de cuarto nivel, decidí reintegrarme al ámbito académico.
A través de la prensa me enteré de la convocatoria que hacía el IAEN para docentes universitarios y presenté mi carpeta. Pasé por un proceso de preselección, fui llamada a una entrevista y seleccionada para ingresar como docente contratada. Encontré una universidad en pleno proceso de construcción: se estaba priorizando contratar a docentes investigadores de alto nivel, había en marcha una oferta académica con algunos desniveles, pero en perfeccionamiento; un ambicioso programa de capacitación para funcionarios públicos, un espíritu crítico, pero de debate.
Durante este período, el rectorado fue ejercido por dos ecuatorianos con méritos más que suficientes para ser rectores, el primero había tenido una larga trayectoria académica en una prestigiosa universidad de posgrado y experiencia en gestión universitaria; el segundo, un científico de trayectoria internacional, que hacía parte -nada menos- del equipo que ganó un Premio Nobel. Sin embargo, ambos rectores, en su momento, terminaron renunciando ante un ambiente poco propicio para el debate académico y la discrepancia sobre la forma como se venía implementando la política de educación superior, explicitada en la expedición del Reglamento de carrera académica que expidió el CES (Consejo de Educación Superior). El IAEN, Instituto de Altos Estudios Nacionales, se creó con la finalidad de contar con una institución que pudiera dar formación y capacitación a los funcionarios públicos, así como hacer investigación relevante sobre la administración pública y el Estado.
El proyecto era constituir una Escuela de Gobierno de alto nivel académico. Sin embargo, en estos días, podemos ver cómo este proyecto hace aguas, y está terminando en un verdadero caos institucional y académico. El rector, de nacionalidad española -que fue designado a pesar de las protestas e impugnaciones de académicos ecuatorianos que terciamos para el rectorado- ha sido acusado, mediante una comunicación pública, de llevar adelante una gestión “arbitraria”, “neocolonialista”, “inconsulta”, “prepotente”, “ilegal” y, además, de otorgar contratos con “sueldos exorbitantes” a docentes extranjeros, sin los suficientes títulos o experiencia docente.
La devastación, sin embargo, más allá de los advertidos desaciertos del actual rector, debería buscarse en una constante que atraviesa la institución, la injerencia de un grupo parental y de amigos, que busca obstaculizar toda propuesta académica e institucional, y que pretende ver a la universidad como su espacio privativo, en el cual ejercer su poder.

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