lunes, 3 de agosto de 2015

Acerca de recuentos y buenos propósitos

Este artículo me ha costado más trabajo que otros, sabía que iba a ser publicado antes de que termine el año, o mejor dicho un día antes de que concluya el año y que, en concordancia con el espíritu que anima estas fechas, podría intentar hacer una suerte de balance del año 2013 para nuestro país. Desechada definitivamente la idea, qué arrogancia hacer un balance político o social de nuestro país en 2.500 caracteres -claro que yo suelo pasarme de ese número asignado y el infortunado editor del diario tiene que darse modos para empequeñecer el tamaño de letra, a tal punto que en la versión impresa casi no se lee-. Pero, definitivamente, tal evaluación suena casi a pedantería.
Luego imaginé escribir acerca de la obra literaria que más me ha gustado o impactado en 2013, pero no cuadra ese enfoque conmigo. Generalmente todos los libros que he leído este año, sobre todo los de literatura, han sido tan penetrantes, humanos y relajantes que me han llevado a otros mundos de los que he podido disfrutar a plenitud. Sí recuerdo unos pocos a los cuales renuncié apenas iniciados, o alguno que está abandonado a la mitad, y otro que me encantó, pero que lo dejé faltando cinco páginas porque no quiero aún saber el final. En fin, pero estaba segura de que a mis amables lectores poco les iba a importar saber acerca de mis relatos preferidos de 2013.
Enseguida pensé que podía intentar redondear el tema de género en el Ecuador, una problemática que, como ustedes habrán leído, es de mi interés. Ha habido varios avances, debates, disputas y retrocesos en este ámbito. No obstante, sé que algunos dirán algo así como: de nuevo con la misma cantaleta. Así que mejor no entrar en este territorio ahora.
No sé qué les ocurrirá a ustedes, pero en mi caso cuando llega el 31 y me obligo mentalmente a hacer el tan mentado recuento de qué me ha ocurrido este año, qué fortalezas y debilidades, qué logros y fracasos, qué nuev@s amig@s (¿y enemig@s?), y más aún, cuando intento fijarme las tan ansiadas metas, propósitos y retos del siguiente año, puedo concentrarme apenas unos minutos en estos intentos y rápidamente mi mente se queda en blanco, y al final solo miro los fuegos artificiales o cómo se quema el año viejo.
Bien, dado que todos mis intentos han sido en vano, solo me queda desearles felicidades en 2014 y agradecerles la paciencia de leerme durante todo este tiempo.

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