lunes, 3 de agosto de 2015

Una Navidad no sexista

En estos días de regalos observamos que se promocionan insistentemente juguetes para niños que incentivan el movimiento, la lucha, la fuerza, la velocidad. También se promueven juguetes para niñas apuntando a que se conviertan en dóciles princesas, en abnegadas madres, en atractivas mujeres. La publicidad sexista campea sin que todavía se logre ejercer mayor incidencia sobre este tema.
Otra historia son las jugueterías. Al visitarlas nos encontramos con pasillos claramente diferenciados, para las niñas estanterías plagadas de color rosa, brillos estridentes, fucsias coloridos que contienen desde falsos maquillajes, ollitas, muñecas, ropita, cocinitas, lavaplatos, fruslerías. En contraparte, los pasillos y estanterías destinados a los niños contienen metralletas, pistolas, carros, motos, tractores, robots. Y cosa curiosa, en ese mismo sector destinado a niños varones de una juguetería que visité recientemente, pude observar un pequeño estante que contenía juguetes más científicos como telescopios y microscopios.
El juego es una forma de aprendizaje, de exploración y descubrimientos, de socialización y de adaptación al mundo que a cada uno le corresponderá vivir, y del tipo de relación que cada niño o niña tendrá luego con sus semejantes y sus diferentes. Al tener una división de juegos y juguetes sexista, donde las niñas juegan a ponerse bonitas, a cuidar bebés y al cocinado, mientras que los niños juegan a la guerra, a los carros, a ser exploradores y a los videojuegos, vamos fomentando en ambos, niños y niñas, las actividades y roles con los cuales se van a identificar y que por tanto van a reproducir de forma casi natural. Es decir, nosotros como adultos contribuimos a una naturalización y una reproducción de la división sexual tradicional.
No se trata solo de invertir los roles y por tanto los juegos y juguetes, darle al varón el muñeco para que aprenda a cuidar bebés y a la niña el carrito para que se prepare en el masculino mundo de las tuercas –aunque ¿por qué no?, ambos van a necesitar desenvolverse en ese mundo-. Se trata fundamentalmente de que los adultos puedan ofrecer nuevos modelos de relación entre los géneros y juegos de roles no tradicionales, de incentivar el acceso a ambos, niñas y niños, a los juguetes considerados de los otros sexos; es necesario superar la división sexual tradicional.
Más allá de los juegos, si en casa los roles que los niños observan son variables y no estereotipados, seguro que esto influenciará mucho en su desarrollo. Sabemos que las mujeres nos hemos insertado cada vez más firmemente en el ámbito de lo público, no ocurre en la misma proporción con los hombres en lo doméstico.
Quizás por ello es que no hay mucho problema para que las niñas ya jueguen con los carritos, con videojuegos o laptops así sean pintadas de rosa, porque sabemos que debemos prepararlas también para este ámbito. Mientras resulta más difícil que los niños puedan jugar con muñecas, aprendiendo a cuidar para ser padres responsables.

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