lunes, 3 de agosto de 2015

¿Es el feminismo una teoría social?

No es la primera vez ni será la última, que los postulados teóricos feministas o con perspectiva de género son cuestionados y requieren una justificación académica. Esta constituye apenas una faceta de la discriminación androcéntrica en el plano intelectual. El feminismo es tanto un movimiento social y político como una teoría social emancipatoria. Pero ambos están imbricados, y esta es precisamente su potencia y el temor que despierta; pues, a diferencia de otras teorías que elucubran y se muestran divorciadas de la realidad social, esta se encuentra profundamente imbricada con la vigencia de un patriarcado que implica una dominación masculina y una asignación de roles de género estereotipados a hombres y mujeres. Es decir, el feminismo es una teoría crítica de la sociedad que se alimenta de las luchas de los grupos feministas que reivindican derechos, pero a la vez sus debates nutren a los propios movimientos sociales.
Asimismo, la riqueza del pensamiento feminista es que ha desarrollado una polémica interna y ha demostrado ser epistemológicamente una teoría más madura que otras que tienden a encasillarse en paradigmas incuestionables y cerrados (Mancero, 1998). Los estudios de género, específicamente, son parte de las teorías feministas y sostienen la construcción social de la feminidad y la masculinidad, relativizando los determinantes biológicos; aquí se incluyen los estudios de la mujer, masculinidades, transgéneros. Se debe hablar de feminismos en plural, por la variedad de corrientes u olas en su interior. Desde la Ilustración, en 1791 cuando se hiciera la neutra Declaración de los derechos del hombre, ya tuvimos a una Olympe de Gouges, quien planteó la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana.
Posteriormente el feminismo del siglo XIX e inicios del XX va a transitar por la senda vindicatoria vinculada a las luchas por la liberación de la esclavitud de los negros y luego por el sufragismo; son numerosas sus representantes. Una vez obtenido el derecho al voto y la igualdad legal, el feminismo hasta la década de los 60 se va a concentrar en la igualdad real, los derechos sexuales y reproductivos, lo laboral, la familia. Sus representantes son Simone de Beauvoir, Betty Friedan, Kate Millet. Desde 1990 hasta la actualidad la eclosión de enfoques feministas surge por el reconocimiento de la diversidad de mujeres por etnia, clase, cultura. Los conceptos de división sexual del trabajo, triple rol de la mujer, crítica a la escisión entre el ámbito público y privado, la posición y condición de la mujer hacen parte de un conjunto categorial que ha permitido el desarrollo de una investigación disciplinaria. Luego surgen nuevas categorías como el sistema sexo-género de Gayle Rubin, la justicia de reconocimiento y redistribución de Nancy Fraser, la teoría performativa del sexo de Judith Butler, solo por citar unas pocas. Entonces, podemos encontrar un feminismo de la igualdad, de la diferencia, liberal, marxista, radical, ecofeminismo, queer, entre otros.
En otras palabras, el feminismo contiene un andamiaje conceptual, un trasfondo filosófico y epistémico, metodologías de investigación, una institucionalidad en la cual se desarrolla, académicas y académicos con experticia, una producción bibliográfica sorprendente, una compleja realidad sobre la cual teoriza y polemiza. Todo ello le otorga un reconocido estatuto de teoría social, por lo cual las Universidades que realmente estudian e investigan las relaciones de poder, incluyen estos estudios en su currículo. Cierto es que las universidades ecuatorianas han tardado demasiado en incorporar estas disciplinas, y este es quizás el problema que como sociedad debemos enfrentar en nuestro país ahora.

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