a mañana del 1 de enero de 1994 sobre México cayó un verdadero balde
de agua fría, como para despertarse de la resaca de fin de año –al
decir de los mexicanos- debido a que el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional EZLN, conformado algunos años atrás, anunciara una declaración
de guerra al gobierno.
Paralelamente los zapatistas se tomaron el municipio de San Cristóbal
de las Casas, en el estado sureño de Chiapas. En ese mismo minuto
México se aprestaba a firmar el TLC con Estados Unidos y Canadá, la
promesa neoliberal de su supuesto ascenso al primer mundo.
Durante 2 semanas el zapatismo se enfrentó con el Ejército mexicano,
con un saldo incierto de muertos. El EZLN se replegó a la selva
lacandona y desde ahí lanzó su proclama de democracia, libertad y
justicia, condiciones ineludibles, según el zapatismo, para negociar
tierra, trabajo, vivienda, salud, educación. Este remezón provocó que
México volviera a verse a sí mismo, a sus olvidados y excluidos
indígenas y campesinos.
No obstante el vocero del zapatismo, el Subcomandante Marcos
declaraba, para sorpresa de todos, que no perseguía el poder. Indagado
acerca de si aspiraban a asaltar el poder, respondió “Lo que hay que
hacer es subvertir la relación de poder, entre otras cosas porque el
centro del poder ya no está en los Estados nacionales… de lo que se
trata es de construir otra relación política, ir a una ciudadanización
de la política”.
Desde la izquierda más ortodoxa Marcos y el zapatismo cometían una
herejía, se olvidaban de la lucha de clases y de la toma del poder,
apenas dos “detalles” cuya incorporación tuvo consecuencias
catastróficas en vidas humanas para otros movimientos insurgentes de
América Latina.
No obstante, el zapatismo fue la inspiración para un movimiento
internacional de resistencia al capitalismo. En sus encuentros
denominados ‘intergalácticos’, se dieron cita miles de activistas de
todo el mundo para debatir acerca de la decadencia de la civilización
capitalista.
Marcos, en sus propias palabras, fue fruto de “una compleja maniobra
de distracción, un truco de magia terrible y maravilloso, una maliciosa
jugada del corazón indígena que somos… Si ser consecuente es un fracaso,
entonces la incongruencia es el camino del éxito, la ruta del poder.
Pero nosotros no queremos ir para allá, no nos interesa. En estos
parámetros, preferimos fracasar que triunfar… En lugar de dedicarnos a
formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de
educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía
que hoy maravilla al mundo… El personaje fue creado y ahora sus
creadores, los zapatistas y las zapatistas, lo destruimos.
Vimos que el personaje, el holograma pues, ya no era necesario…
Siendo el 25 de mayo del 2014 en el frente de combate suroriental del
EZLN, declaro que deja de existir el conocido como Subcomandante
Insurgente Marcos. Eso es. Por mi voz ya no hablará la voz del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional. Vale. Salud y hasta nunca o hasta
siempre, quien entendió sabrá que eso ya no importa, que nunca ha
importado”, fueron sus últimas palabras.
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