lunes, 3 de agosto de 2015

¿Sirven para algo las ciencias sociales?

Esta pregunta puede sonar extraña e innecesaria, dado que desde hace siglos las ciencias sociales se posicionaron en el espectro cultural y académico en el mundo. Sin embargo, aún encontramos resistencias para aceptar a estas ciencias como relevantes, y que puedan sustentar, por ejemplo, inversión en el desarrollo de una agenda de investigación, institucionalizarlas adecuadamente en los espacios académicos e impulsarlas desde las políticas públicas.
Nadie duda de que las ciencias naturales requieren un empuje especial en nuestro medio, no obstante ¿acaso los acuciantes temas de pobreza, desigualdad y equidad no son relevantes para el mundo entero, y particularmente en nuestra región?  Es cierto que determinadas corrientes de la economía transformaron su discurso en un relato y pretendieron constituirse con arrogancia en la ciencia ‘dura’ dentro de las ciencias sociales, pero ¿quizás los temas de crisis económicas, crecimiento, empleo o desarrollo no son importantes? Casi todos estaremos de acuerdo en que la problemática del calentamiento global es un tema acuciante en la actualidad, pero esto requiere exploración de alternativas, investigación y análisis, al igual que los temas demográficos y de la inmensa movilidad humana y migración. ¿quién duda que las cuestiones políticas como la profundización de la democracia, la ciudadanía, la gobernanza, la justicia y los derechos humanos no merezcan nuestra atención? ¿O sería sostenible afirmar que temas como la educación, las identidades o el empoderamiento de la mujer no requieren nuestra preocupación?
Estas y muchas más son las problemáticas que las ciencias sociales nos ayudan a entender, temas que antes de su institucionalización se trataban desde una perspectiva mítico-religiosa o desde un punto de vista de opinión personal. Pero estos planteamientos requieren ser reflexionados e investigados en el contexto de nuestra propia realidad, para buscar las mejores soluciones; pero también porque requerimos en sí mismo entender el mundo y la sociedad en que vivimos. De eso se trata las ciencias sociales. No obstante, cunde una desidia en torno a fortalecer una agenda para su investigación, un desprestigio frente a quienes se dedican a su desarrollo, una inaudita ausencia de políticas para fortalecerlas.
El Informe Mundial para las Ciencias Sociales nos dice: “Las ciencias sociales proporcionan las herramientas y técnicas de clasificación, descripción y análisis que nos permiten ver, nombrar y explicar los acontecimientos sobrevenidos a las sociedades humanas. Gracias a ellas podemos descodificar conceptos, hipótesis y mapas mentales subyacentes en el debate sobre esos acontecimientos. Además, nos proporcionan los instrumentos necesarios para calibrar las políticas y la s iniciativas, y determinar lo que funciona y lo que no funciona (…). No obstante, actualmente la falta de recursos obstaculiza el desarrollo de las ciencias sociales y amenaza con aislar a los investigadores” (Unesco, 2010). Una representación bastante apegada a lo que ocurre aquí y ahora.

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