lunes, 3 de agosto de 2015

Manila, sinchita shayari Manila

A través de la ternura y la dulzura de una canción que pareciera de cuna, Mariela Condo interpreta esta hermosa composición llamada “Manila”, recogida de la tradición indígena puruhá y de autoría de su abuela. Me llamó la atención que esta melodía fuera parte de la banda sonora del documental “La muerte de Roldós”.  No obstante, lo que denuncia esta canción es una tragedia instalada  hace tiempo en las comunidades indígenas de nuestro país: el maltrato a la mujer.
Manila, Manila, Manila/ Manuelita, Manuelita, Manuelita/ Uchilla, fichilla, Manila/ Bajita, delgadita, Manuelita/ Judida, bandida Manila/ De carácter muy rebelde Manuelita/ Sinchita shayari Manila/párate fuerte Manuelita/…Makasha nikpika Manila/ Si te quiere pegar Manuelita/ Rimasha nikpika Manila /Si te quiere insultar Manuelita/ Jatari, jatari Manila/Levántate, levántate Manuelita/ Sinchita shayari Manila/Párate fuerte Manuelita.
Otra mujer indígena puruhá que ha incursionado en la creación musical es Sumak Bastidas, quien tiene una hermosa y a la vez triste composición  relacionada al abandono, titulada “Shungu Rumiyaguimi” que significa “Un corazón de piedra”. Maypitaj kambaj shungu /Dónde está tu corazón/ Mayta Kashanguc tzugtzug/ Dónde lo has perdido, mirlo/ Shungu rumiyanguimi/ Tu corazón se ha vuelto piedra/ Razu yalli kanguimi/ y estas más frío que la nieve.
Las mujeres indígenas están en una condición tan desventajosa que han sido calificadas como las más pobres de los pobres y las más excluidas de los excluidos. Ellas presentan menor escolaridad porque empiezan a trabajar desde niñas, pero realmente han sido discriminadas desde que nacen. Las niñas indígenas tienen frecuentemente mayor desnutrición, pero si logran sobrevivir, en general tienen menos oportunidades. Ser mujer, indígena y pobre constituye una dominación que entrelaza de forma execrable el género, la raza y la clase. 
Por todo este entorno es que mujeres como Mariela Condo o Sumak Bastidas han hecho esfuerzos especiales para incursionar y visibilizarse en el mundo del arte.
La condición de la mujer indígena ha recibido una doble herencia bochornosa, por un lado, desde la violencia de la conquista y la violación española, y por otro, desde su propia tradición cultural. Sin embargo, estas tradiciones no constituyen propiamente pilares de una cultura, sino más bien ruinas que la desmoronan.

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