A través de la ternura y la dulzura de una canción que pareciera de
cuna, Mariela Condo interpreta esta hermosa composición llamada
“Manila”, recogida de la tradición indígena puruhá y de autoría de su
abuela. Me llamó la atención que esta melodía fuera parte de la banda
sonora del documental “La muerte de Roldós”. No obstante, lo que
denuncia esta canción es una tragedia instalada hace tiempo en las
comunidades indígenas de nuestro país: el maltrato a la mujer.
Manila, Manila, Manila/ Manuelita, Manuelita, Manuelita/ Uchilla,
fichilla, Manila/ Bajita, delgadita, Manuelita/ Judida, bandida Manila/
De carácter muy rebelde Manuelita/ Sinchita shayari Manila/párate fuerte
Manuelita/…Makasha nikpika Manila/ Si te quiere pegar Manuelita/
Rimasha nikpika Manila /Si te quiere insultar Manuelita/ Jatari, jatari
Manila/Levántate, levántate Manuelita/ Sinchita shayari Manila/Párate
fuerte Manuelita.
Otra mujer indígena puruhá que ha incursionado en la creación musical
es Sumak Bastidas, quien tiene una hermosa y a la vez triste
composición relacionada al abandono, titulada “Shungu Rumiyaguimi” que
significa “Un corazón de piedra”. Maypitaj kambaj shungu /Dónde está tu
corazón/ Mayta Kashanguc tzugtzug/ Dónde lo has perdido, mirlo/ Shungu
rumiyanguimi/ Tu corazón se ha vuelto piedra/ Razu yalli kanguimi/ y
estas más frío que la nieve.
Las mujeres indígenas están en una condición tan desventajosa que han
sido calificadas como las más pobres de los pobres y las más excluidas
de los excluidos. Ellas presentan menor escolaridad porque empiezan a
trabajar desde niñas, pero realmente han sido discriminadas desde que
nacen. Las niñas indígenas tienen frecuentemente mayor desnutrición,
pero si logran sobrevivir, en general tienen menos oportunidades. Ser
mujer, indígena y pobre constituye una dominación que entrelaza de forma
execrable el género, la raza y la clase.
Por todo este entorno es que mujeres como Mariela Condo o Sumak
Bastidas han hecho esfuerzos especiales para incursionar y visibilizarse
en el mundo del arte.
La condición de la mujer indígena ha recibido una doble herencia
bochornosa, por un lado, desde la violencia de la conquista y la
violación española, y por otro, desde su propia tradición cultural. Sin
embargo, estas tradiciones no constituyen propiamente pilares de una
cultura, sino más bien ruinas que la desmoronan.
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