lunes, 3 de agosto de 2015

El retorno de los nacionalismos

La consulta reciente sobre la independencia de Escocia del Reino Unido y los afanes de Cataluña por ser consultada sobre una eventual secesión o conservar su estatuto autonómico, vuelven a poner sobre el tapete el resurgimiento de los nacionalismos en pleno siglo XXI, cuando supuestamente la globalización habría puesto en tela de juicio la vigencia de los Estados nacionales. No obstante, los estados no solo que se resisten a desaparecer sino que hay naciones que aún pugnan por convertirse en Estados y gobernar sus asuntos. De acuerdo con el teórico político de origen indio Bhikhu Parekh, si los estados se volvieran más abiertos y plurales, las naciones preferirían permanecer como unidades autónomas antes que entrar en una lucha por obtener y luego administrar sus estados.
Los nacionalismos son construcciones complejas que surgen de una mixtura de aspectos como dominaciones socioeconómicas y políticas, pero también desde elementos de identidad y de cultura. Ya lo dice Bauman, que la nación es un concepto alentador y calurosamente emocional. Para entrar por el análisis de los fríos datos económicos, si comparamos las realidades económicas en el caso de Escocia con el de Cataluña son muy diferentes: mientras Escocia mantiene una postergación en comparación al resto del país y ha requerido de los subsidios de Londres, en el caso de Cataluña ésta aporta con mucho al presupuesto del Estado español.
No obstante, hay aspectos de identidad y culturales que son constantes en ambos casos. Claro, ya nos ha dicho Benedict Anderson que la nación es una construcción imaginada, porque se imagina fraternal, con fronteras y soberana. Lo que hizo imaginable a las nuevas comunidades fue una interacción semifortuita pero explosiva, entre un sistema de producción (el capitalismo), una tecnología de comunicaciones (la imprenta) y la fatalidad de la diversidad lingüística humana, de acuerdo a Anderson. Con todo, este carácter imaginativo no es sinónimo de falsedad, al contrario, tiene una profunda eficacia, de ahí el alto porcentaje que obtuvo la votación a favor de la independencia de Escocia, superando en mucho al obtenido en los años 70, al punto de poner en jaque al Reino Unido. La eficacia del nacionalismo también queda plenamente demostrada en el caso de Cataluña, al cuestionar el modelo de Estado panhispanista basado en autonomías, que ha generado varios conflictos. 
El retorno constante de los nacionalismos es una prueba de que lo que dijera Renan, allá por 1882, continúa vigente: “La existencia de una nación es un plebiscito de todos los días”. De ello se desprende la conclusión de que sus habitantes tienen que ser consultados, y que un Estado no puede retener una nación contra su voluntad.

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